domingo, 17 de junio de 2012

DÍA 2 - NOVELLANA A LA CARIDAD


Desayunamos en el mismo hotel unas tostadas con mermelada y nos despedimos de su agradable propietaria, que por lo visto nos hizo la cuenta de memoria y a nuestro criterio se dejó de cobrar varias bebidas.
El buen tiempo de la mañana nos anima pero no evita que carguemos perezosamente las bicis y es que siempre nos cuesta empezar.
Los primeros veintipico kilometros son por carretera, sin grandes subidas y dejándose llevar bien.

Atravesamos frondosos bosques de eucaliptus siempre bordeando la costa y con vistas al Cantábrico.


Después de 35 km llegamos a Luarca  por una espectacular bajada que deja ver a tramos la costa de acantilados, y de otra, toda la villa pesquera, aglomerada alrededor de su puerto. En un bar de ese mismo puerto descansamos tomando unos refrigerios y disfrutando de unos breves momentos ya que al momento reanudamos la marcha al oir una conversación en la mesa de al lado de que iba a empezar a llover según la predicción del tiempo.
La salida del pueblo es complicada porque nos costó mucho localizar alguna señal que indicase el camino. La encontramos finalmente y era evidentemente por una calle muy empinada por decir algo suave, además de adoquinada que la hacía más dura aún. A partir de ahí empezamos a sortear la carretera nacional atravesando senderos y  conjuntos rurales. Hay que pensar que toda la costa de Asturias está repleta de casonas, aisladas o en pequeños grupos, y sin ningún orden evidente.  En general están bien reconstruidas y muchas utilizan valientemente colores basicos chillones. 
Seguimos ruteando sin parar por el peligro de lluvias y efectivamente el tiempo va empeorando
lentamente.  No paramos a comer hasta llegar a Navia, una ciudad bastante más grande que el resto que hemos visto esta jornada y además, con industria, algo realmente extraño por esta zona.
Llevamos 55 km y sólo nos faltan diez.  Aunque el tiempo sigue amenazando necesitamos reposar
y sobretodo comer.
Salimos subiendo y subiendo para variar, y al poco empieza a llover. El agua nos empapa de alegria y ya solo pensamos en llegar a La Caridad y parar en Casa Xusto.
La lluvia eterniza el final de la ruta pero también la hace mas deseable, sobretodo si el hotel es tan acogedor como es el caso.
Realmente resulta un incordio ciclar con lluvia, poca visibilidad y la sensación de humedad en todo el cuerpo,  además los caminos rurales por donde pasa el Camino están algo descuidados y hay zonas muy embarradas que hacen practicamente imposible rodar y no acabar con la misma bici, el calzado y parte de las piernas llenas de un barro oscuro que es algo extremadamente desagradable.
La tarde en La Caridad sigue pasada por agua, así que cenamos en el restaurante-bar más cercano que encontramos con la suerte de que el hostelero nos dejó un paraguas para desplazarnos a cenar y tuvimos la mala suerte de romperlo debido al aire fuerte que hacía, suerte que fué comprensivo y no le dió mayor importancia.
Regresamos al hotel al no poder visitar el pueblo por la fuerte lluvia y nos encerramos en nuestra habitación a reposar y preparar la jornada de mañana, la de mayor desnivel acumulado. Suerte que la previsión del tiempo anunciaba que con un poco de suerte el día siguiente nos librabamos de la lluvia, eso sí con una bajada de 6 grados de temperatura.






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