lunes, 18 de junio de 2012

DÍA 3 - LA CARIDAD A MONDOÑEDO


Si normalmente estamos perezosos por las mañanas, lo de hoy ha llegado a límites prohibitivos.
La culpa ha sido de la humedad y del frío, y eso que estamos a mitad de junio.
Antes de salir, eso sí, hemos desayunado cómodamente en el hotel y hemos pagado en metálico para poder disfrutar de una tarifa de peregrino, más económica, claro.
El principio de la nueva ruta no daba muchas esperanzas de ser muy hermosa porque no hacíamos más que zigzaguear alrededor de la carretera nacional bajo una lluvia fina que no era acorde a la previsión del tiempo que habíamos visto el día anterior. Afortunadamente, cuando estábamos atravesando uno de esos conjuntos de casas que forman una urbe, escuchamos a alguien que nos gritaba: Por ahí no, por allí!! 
Nos paramos a hablar con un chico y nos guía en dirección contraria, por un GR que sigue el borde de la costa. Le hacemos caso y paseamos durante unos kilómetros por una de las zonas más bellas que hemos visto en todos nuestros Caminos.  Mil gracias, guía desconocido!!

Empalmamos más adelante con el Camino otra vez y pasamos por Tapia y su preciosa playa.
La salida de alllí confunde un poco porque nos han aconsejado que evitemos ciertas alternativas que sólo te acercan a albergues. También pasamos por algunos senderos empinados y frondosos, casi intransitables, una vergüenza de dejadez, podrían limpiar el paso del camino porque pasar con la bici ha sido un imposible.
Finalmente llegamos a Figueras y de allí atravesamos el larguísimo puente que nos lleva a Ribadeo. Paramos a picar algo para coger fuerzas y allí nos informa el mesonero que ya estamos en Galicia, y nosotros sin enterarnos. Por lo visto, el macro-puente separa las dos comunidades (adiós Asturias!).
Llegamos al ascenso más importante de la jornada: más de trescientos metros de desnivel que muerden cualquier pierna humana. Su bajada posterior no es excesivamente larga y lleva por carreteras comarcales hasta San Xusto donde por lo visto es imposible comer después de las 3, suerte que la hostelera del único restaurante del poblado nos dijo que tiráramos 8 km hasta Lourensa, que eran sin subidas. Supongo que para ella "sin subidas" es ir con coche y sin empujar, porque tela la subida que encontramos.A esas alturas (horarias) buscábamos un buen menú para llevarnos a la boca y lo único que nos encontramos fue una rampa de más de cien metros atravesando la montaña por caminos propios de un rocódromo.
En Lourenza por fin paramos y la comida se nos hizo deliciosa por el hambre que traíamos y porque sabíamos que sólo nos faltaban ocho kilómetros hasta Mondoñedo. Por supuesto, la nueva salida del pueblo empezó con rampas aunque a partir de los cuatro kilometros se moderó la pendiente hasta
 llegar a destino.
Nos alojamos en el Hotel Montero,  correcto y con buen servicio.
Después de la ducha, Grino descubrió que llevaba una garrapata en la pierna ( al igual que le pasó en el Camino Primitivo) recuerdo de Asturias, por lo que volvimos a visitar otro centro de salud gallego
 por segundo año consecutivo. Creo que está haciendo una guía sanitaria por diferentes comunidades. En estos centros de salud la atención siempre ha sido correcta, aunque es de destacar que el aburrimiento preside sus funcionarios, y nuestra visita más que una molestia es motivo de larga charla, supongo que afortunadamente para ellos.
Por la noche cena rica y partido de futbol (España venció a Croacia 1-0 y consiguio pasar a cuartos,
 eso sí, sufriendo hasta el momento Navas).



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